Relación con el cliente
Como bien se sabe la más importante clave de la relación abogado-cliente es la confianza. Confianza que, para que pueda darse, exige de varias actitudes y exigencias esenciales. Tales son:
-Confidencialidad. El elemental deber del abogado de reserva respecto de los asuntos que se le someten es especialmente tenido en cuenta en el despacho. Confidencialidad que obliga inmediatamente a renunciar al nuevo cliente en el hipotético supuesto de contradicción de intereses entre el nuevo cliente y cualquier otro anterior con asuntos en vigor.
-Atención continuada: El cliente estará en todo momento al tanto del trabajo que se va desarrollando. Cualquier llamada telefónica es atendida, en el acto, estando disponible, por el titular del despacho personalmente, dentro del horario normal de oficina. En caso de encontrarnos ocupados o ausentes de manera que impide atender en el acto la llamada, se devuelve ésta tan pronto como ello es posible; y en la mayoría de los casos en el mismo día. Ante alguna urgencia o perentoriedad, existe un teléfono abierto 24 horas.
-Rigor Profesional: Lo importante, como se ha dicho más arriba, no es facturar, sino que el cliente alcance la plena satisfacción de sus pretensiones. De ahí que se realice siempre una primera evaluación de la pretensión del cliente con el fin de comprobar, prima facie si es o no atendible jurídicamente. Las pretensiones que no son ajustadas a derecho, JAMÁS son atendidas; y así se le comunica, de manera inmediata a quien tal cosa pretende.
-Exclusiones: Se excluye sistemáticamente la defensa de asuntos relacionados con el narcotráfico y el terrorismo. El despacho jamás defenderá ese tipo de asuntos.
-Implicación personal del despacho: Creemos en nuestros clientes, porque se defiende a gentes honorables. De ahí que nos impliquemos con sus pretensiones. Con todo lo que ello conlleva de atención personalizada, búsqueda sistemática de soluciones alternativas, posibilidades de arreglo con la parte contraria, negociaciones, etc.
-El dinero nunca será un problema para el cliente: La primera visita al despacho nunca se cobra, aunque la persona que la realice no llegue a ser cliente. Una vez que el cliente acepta el presupuesto que se le gire, podrá hacer las visitas que precise y solicitar y tener en el despacho las conversaciones, reuniones y aclaraciones que estime convenientes. Dentro de los márgenes normales de actuación, tales visitas o conversaciones nunca se minutarán. Asimismo, se permite el fraccionamiento de los honorarios de la manera que sea más ventajosa para el cliente, sin ningún tipo de coste financiero para él.